“La
esperanza es algo bueno, quizá lo mejor de todo; y las cosas buenas no mueren”
Fran
Carles.

Fran, siempre vivaracho y bromista en
las distancias cortas, también eligió la suya, por supuesto…
Fran
Carles era lo que el deporte en general -el fútbol en particular- bien puede
esperar de una persona para salvaguardar su más pura esencia y su más noble
misión. Un chaval sano, generoso con sus compañeros y altamente competitivo. Fran
no delimitaba en modo alguno el alcance que su corazón le imponía; su energía
vital traspasaba al momento a quien entraba en su círculo más o menos próximo.
Servicial con todos e incondicional de los suyos, puedo decir que siempre
perseguía amortiguar los golpes y sanar las heridas de todo tipo. Fran era
bisagra para que la puerta girara… Qué difícil resulta encontrar un tipo así en
los equipos de trabajo con tantos y tan legítimos intereses personales.
Fran
Carles ha honrado su nombre, ha honrado el nombre del fútbol y ha honrado,
sobre todo y como un selecto puñado de jugadores, esa singular forma que una
ciudad como Linares tiene de entender y vivir el fútbol. Quizá sea eso del
espíritu del viejo Linarejos. Quién
sabe... Pero en Fran, en sus ojos enrojecidos y sus puños apretados,
encontrabas, antes de saltar al verde en un partido, esa rara fuerza atávica
que solo poseen lo más grandes. Cosas del carisma y de los ungidos para
derrocharlo, Fran. Porque el carisma no
se entrega; el carisma se gasta. Quién sabe… Linarejos.
Fran
Carles señala ahora el camino de todos aquellos niños y jóvenes linarenses de
una cantera que emerge en un remozado y coqueto anexo que bien podría pasar a
llamarse “Francisco José Pardo ‘Carles’”. Pocos como él representan al niño que
sueña con debutar y progresar en el primer equipo de su ciudad, de ser su
capitán y mostrar, por su manera de ser y hacer, el prototipo de persona y
futbolista por el que se entrega su afición. Ya no puedes aspirar a competición
más alta, Carles. Ya llegaste, compañero; demasiado pronto, pero ya llegaste.
El
dolor, como la tristeza, necesita tiempo, personas y palabras. El dolor es
signo de vida; punzante, pero signo de vida que abre lentamente la puerta al
recuerdo y la memoria. Sí, porque solo hay algo peor que el dolor por la
pérdida, el olvido. Algo que no consentiremos quienes hemos tenido la fortuna
de estar y ser en tu equipo; de defender los mismos valores con esa resuelta
dignidad tan tuya que solo desprenden los mitos capaces de vestirse la azulilla
desde Huesa o Mogón hasta el Carraza o La Condomina.
…Fran Carles. Las canciones no son
largas o breves; las canciones, como la vida, llegan o no llegan, transmiten o
no transmiten; tienen o no tienen sentido… como la vida. Ahora, algo
desconcertado y con un nudo en la garganta, entiendo por qué hace justo cuatro años
escogiste un canción cuya letra reza:
Cuando
pierda todas las partidas
Cuando
cueste mantenerme en pie,
Cuando
el diablo pase la factura
O
si alguna vez me faltas tú:
RESISITIRÉ
para seguir viviendo.
Soportaré
los golpes y jamás me rendiré
Aunque
los golpes de la vida soplen fuerte
Soy
como el junco que se dobla pero siempre sigue en pie.
RESISTIRÉ
erguido frente a todo,
Me
volveré de hierro para endurecer la piel.
RESISTIRÉ
cuando se revelen los recuerdos
Y
me pongan contra la pared.
Cuando
mi enemigo sea yo: RESISITIRÉ.

Fran
Carles. ¡Vaya faena! ¡Quién te frena ahora! Imposible retener a quien se fuga
libre a la “Liga de las Estrellas”.
Qué vacío dejas, Fran, ¡qué vacío!… Te quiero, amigo.
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