De la arena al cielo. Estampa emocional de 6 años de fútbol y VIDA.

"Los retos hacen que la vida sea interesante. 
Superarlos es lo que hace que tenga sentido"
Ralph Waldo Emerson
     El cielo no viene, ni te lo traen; el cielo se construye, se conquista y reconquista palmo a palmo. El cielo no te toca por azar, porque si no, no es cielo. El cielo lo sueñas primero; luego lo buscas, lo provocas, lo creas y, por fin, tras mucho esfuerzo, lo descubres y lo disfrutas con quienes se dejaron la piel y hasta parte del alma para tratar de alcanzarlo.
         Esa es la historia de estos últimos seis años de fútbol en Linares; seis años que bien podrían sintetizar el espíritu de una ciudad transferido a un club de fútbol. Sí, esta entrada en el blog -como lees- no va a tener a una superestrella como protagonista o una noticia de impacto global, pero por eso precisamente resulta valiosa. Se trata, tan solo, de un humilde club de fútbol que hace seis años se encontraba en la última de las categorías de este deporte, arrastrando condena por algún que otro campo de arena de poblaciones que aún mantienen al fútbol alejado de los focos mediáticos e incluso del abrazo sintético de hierba.
         Y no; no hay desierto lo suficientemente largo para el alma competitiva. Crecer, al fin y al cabo, es tener plena conciencia de que el paso que ahora das es el que, de alguna manera –a veces caprichosa- te acerca a tu objetivo; progresar, después de todo, tiene que ser algo parecido a sentir que avanzas como has proyectado hacerlo y, por supuesto, con quienes has decidido hacerlo.
         Para muchos amigos, conocidos, seguidores e incluso críticos, Castellón y Castalia es hoy –y así quedará en su memoria colectiva adornada por incontables cicatrices- el cielo del que no quieren ya bajar, el sueño del que no desean despertar. Y bien que lo merecen. Por muchas razones, está demostrado que un equipo es su afición. Ella es la que permanece, la que exige, anima, levanta, llora, ríe, se queda; ella es la que tiene tatuado su escudo en el alma con tinta que ni siquiera el tiempo borra. El fútbol, su gestión deportiva y administrativa, hacen que los equipos coqueteen con diferentes categorías a lo largo de su historia. El Linares no es ajeno a esta realidad, como tampoco es ajeno a una realidad insoslayable en el mundo del deporte: la afición es lo único que mantiene inalterada su categoría mientras los avatares del destino van dictando sentencias de gloria o sentencias de muerte. La afición...
         Conviene despertar de esa pesadilla que ha tenido el mérito de hacer más fuerte al club, al equipo. Conviene despertar, para poner los pies en la tierra y pisar con la fuerza y la sabiduría de quienes traen varias guerras en el corazón e incontables batallas en el cuerpo. Vienen y vendrán más batallas deportivas, y vendrán para probar ese espíritu transgresor y provocativo; ese ardor competitivo inconfundible que siempre, como sello indeleble, ha caracterizado al Linares en cada una de sus etapas.

         Y llegó por fin el principio del sueño. Con una certeza clara para todos los que iniciamos este camino. De la arena al cielo cubrimos la distancia que existe entre el fago y nuestros sueños, ese espacio necesario que da para disfrutar de la única gloria posible, la de sentir por un momento que tus latidos se encuentran perfectamente sincronizados con el reloj de la vida, allí donde realidad y deseo cruzan sus caminos y entonces –solo entonces- todo se detiene. ¡Grande el Linares! ¡Enhorabuena a todos!