“Dominar a otros es ser
fuerte; dominarse a sí mismo es ser poderoso”.
Lao Tzu.
La pretemporada es
el forjado de los equipos. Como no puede ser de otro modo, se
realiza a fuego lento y constante. Y en esa cocción ninguna
dimensión suele escapar de la cada vez más exhaustiva planificación de un
cuerpo técnico profesional. A la preparación física y el trabajo de
los diferentes conceptos del juego, hay una faceta a la que se le viene concediendo
también su importancia: la preparación mental, esto es, la construcción de la
mentalidad del grupo; el forjado del
espíritu y el alma de ese conjunto de individuos con objetivos comunes pero
intereses a veces encontrados.
Lo cierto es que, con el paso de las
jornadas y el desarrollo de la competición, una buena parte de los
contratiempos que van encontrando los equipos, no los salva el concepto del
juego o la preparación física. Lo que, en última
instancia salva a un grupo cuando los planes de preparación y de entrenamiento
están tan pormenorizados y estandarizados, y la competición les somete a la
máxima presión, es la calidad y la consistencia del vínculo que los une
a todos; algo que no se puede pedir de una jornada para otra, sino que se trata
de un edificio que se levanta desde el primer día de pretemporada con sesiones
específicas e integradas.

Desde que entras
por primera vez en el vestuario, marcas tu área y tu estilo de relación con tus
jugadores. Así, la COMUNICACIÓN, tanto la verbal como la gestual,
contribuirá decisivamente a la percepción de ellos; esta, a su vez, determinará su experiencia,
que le llevará a sentir unas sensaciones, generar unas emociones concretas y, en última
instancia, les empujará progresivamente a construir una serie de creencias
hacia tu persona.

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