El líder que no celebraba resultados.

“Yo hago lo que tú no puedes, y tú haces lo que yo no puedo. Juntos podemos hacer grandes cosas”.
Teresa de Calcuta.
Hace alguna semana, aproveché de nuevo la oportunidad de romper la pantalla de otra relación virtual que prometía ser interesante. Tengo el defecto o la virtud –según se mire- de valorar la manera en la que se expresan y comunican las personas; lo que escriben, lo que dicen, lo que dejan entrever, y acaso lo que callan. El caso es que, tras casi un par de horas de animada conversación, compartimos la creencia -aunque no recuerdo si lo llegamos a expresar de forma explícita- de que la serenidad y la confianza se convierten en verdaderos factores de rendimiento en todo tipo de equipos.

       Cuando aún nos encontramos con determinados contextos y entornos profesionales donde:



  • La obsesión por el control del resultado a menudo se lleva por delante el alma de las personas y sus equipos.
  • El temor a perder el espacio y el sitio pesa incluso más que el placer de entregar tu esfuerzo más auténtico y generoso.
  • El riesgo de caer es más poderoso que la oportunidad de avanzar.
  • La sospecha es la unidad de medida de las relaciones profesionales.
  • O el liderazgo no deja de ser un ejercicio de autoritarismo vacío que intoxica cuanto toca…

…Encuentras, a pesar de todo, directivos dispuestos a no claudicar ni sucumbir a la creencia de que desde el temor gestionas mejor a tus equipos; o que la confianza es el estilo con que los débiles tratan de ganar la voluntad de su equipo. Nada más lejos de la realidad. El cuidado y la construcción del entorno de desempeño y realización profesional se hace desde, por y para las personas, el factor más potente de toda organización/equipo. Aquel que permanece y resiste a cada tabla provisional de resultados. Por eso, un líder, entre otras cosas:

Ø No celebra resultados; celebra tener personas que los trabajan, los luchan y los consiguen.
Ø No acostumbra a sospechar de su equipo, porque es consciente de que, a la larga, sale mucho más caro dudar de alguien que entregarle tu confianza.
Ø No presiona más de lo necesario, porque sabe que la expresión del talento más puro requiere de serenidad y confianza máximas.
Ø No dramatiza ni culpabiliza en la adversidad; más bien, responsabiliza y alienta, porque es consciente de que será con su equipo con quien tenga que salir de ese incómodo espacio.
Ø Pretende, busca y persigue la realización y la felicidad de su gente, porque no hay mayor productividad que la que una persona feliz proporciona.

         Ciertamente, buscamos el resultado positivo –todos lo hacemos en nuestro entorno profesional-, solo que no deberíamos olvidar que todo resultado –línea de resultados- viene de algo previo, un óptimo rendimiento, y que este no tiene mejor manera de expresarse que en un entorno en el que tratan de cuidar a lo más valioso de las organizaciones y equipos: sus personas.


Suele suceder que, cuando intuyes que algo puede ir bien, termina yendo mejor. Gracias por el tiempo, el espacio y la conversación en tu despacho. Sí, creo que podríamos haber estado horas y horas conversando. Hay algo mejor que tener una buena conexión en red, estrechar la mano y mirar a los ojos de las personas que, por alguna razón o intuición, consideras interesantes.

La PRESIÓN y sus 5 rostros. Liderazgo emocional.

“La mente crea el abismo y el corazón lo cruza”.
Sri Nisargadatta.
         ¿Por qué –incluso habilitados por su incuestionable talento- hay jugadores que rehúyen de lanzar un penalti decisivo; o de tirar un último tiro a canasta que pueda dar la victoria; o de cometer una doble falta en el juego que permite ganar cuando no la había cometido en todo el partido…? Los que practicamos deporte o vivimos muy cerca de deportistas sabemos que LA PRESIÓN JUEGA.

La PRESIÓN –a priori- no es ni buena ni mala; ni positiva ni negativa, ni limitante ni potenciadora. Se trata de una energía que experimenta el organismo del deportista y provoca un reacción al instante. La PRESIÓN es un estímulo interior o exterior. Así, de la presión solo podemos hablar de sus efectos contrastables, y de cómo estos son variables en función del deportista o equipo que lo experimenta.
  


1. IM-PRESIÓN.

o JUGADOR. La realidad exterior genera tal impacto en la persona que capta del todo su atención. Esta queda cautivada por el estímulo recibido y trata de encuadrar esa arrebatadora experiencia perceptiva.
§ EMOCIÓN. Sorpresa.
§ SENTIMIENTO. Expectación.
§ CREENCIA. “Creo que el mundo está lleno de estímulos muy diversos y debo estar muy atentos a ellos para responder de forma correcta”.

o ENTRENADOR. Tiene la oportunidad de participar en ese encuadre; de hecho, su participación y valoración resulta decisiva. Observa y cuida las sensaciones de tus jugadores en esos momentos que consideras decisivos. Las reacciones proporcionan mucha información.


2. SOBRE-PRESIÓN.
 
o JUGADOR. La misma realidad exterior –circunstancias y/o personas- provocan un peso excesivo en el ánimo del deportista. Su rendimiento se ve afectado por ese peso que no ha elegido y, de alguna forma, le acogota.

§ EMOCIÓN. Ansiedad. Sensación de estrés.
§ SENTIMIENTO. Frustración.
§ CREENCIA. “No soy capaz de dar lo mejor de mí cuando las cosas se complican”.

o ENTRENADOR. Tiene la oportunidad de descargar ese nivel de estrés que experimenta su deportista. Un mismo grado de exigencia tiene desigual respuesta por parte de deportistas de un mismo equipo. Cuida esos parámetros de manera individualizada.


3. SU-PRESIÓN.

o JUGADOR. La realidad exterior afecta de una forma que el deportista decide desviar esa influencia, ignorarla, apartarse de su área de impacto e influencia. En algún caso, supone el distanciamiento del esfuerzo que suma al objetivo del grupo.
§ EMOCIÓN. Apatía/Desgana.
§ SENTIMIENTO. Culpa.
§ CREENCIA. “No soy capaz de afrontar las situaciones que me piden mi mejor esfuerzo, por lo que deben afrontarlas otros más capacitados en mi equipo”.

o ENTRENADOR. Tiene la oportunidad de gestionar el no afrontamiento de su jugador. En ocasiones no es falta de compromiso, sino de niveles deficientes de confianza. Valora, cuida y trabaja ese síntoma y su efecto para beneficio de las tres partes implicadas: deportista, equipo y entrenador.


4. DE-PRESIÓN.

o JUGADOR. Se trata de un nivel más. Suele venir de un ejercicio reiterado de supresión y evasión. La realidad exterior llega entonces a abrumar al deportista hasta desposeerlo de su vitalidad, reduciéndolo a un alma sin la energía necesaria y el ánimo robado.
§  EMOCIÓN. Tristeza.
§  SENTIMIENTO. Impotencia.
§  CREENCIA. “No soy capaz de nada. No sé qué hago aquí. No tengo ni siquiera ganas de intentar algo…”.

o ENTRENADOR. Tiene la oportunidad -¡mejor con ayuda de algún especialista!- de atender y recuperar a la persona si quiere “rehabilitar” al deportista. Ten paciencia y pon los mejores medios siempre para el que más los necesita, quiere y, por alguna incomprensible razón para ti, no puede. Ser entrenador de personas es parte de ser entrenador de deportistas.


5. RE-PRESIÓN.

o JUGADOR. La realidad exterior se queda a vivir dentro, demasiado tiempo, y de un modo que va castigando al deportista hasta provocarle la asfixia vital. Llega a un punto en el que el principal factor de presión es uno mismo, que se convierte en implacable e inmisericorde juez de sus propias acciones.
§  EMOCIÓN. Ira/furia.
§  SENTIMIENTO. Desesperación.
§  CREENCIA. “No serás capaz de estar a la altura de la exigencia que cada momento te presenta”.

o ENTRENADOR. Tiene la oportunidad –la necesidad- de llegar adentro de su deportista y tocar esos elementos internos que comprimen a la persona hasta neutralizar su verdadero potencial. Observa, observa aún un poco más. Intenta no añadir desesperación a la desesperación. Desbloquear requiere de ingredientes a menudo contrarios de los que se alimenta la conducta bloqueadora. Merece la pena intentarlo.


La PRESIÓN, así, sin más; sin prefijo que añada matices -gestionada adecuadamente- puede convertirse en una magnífica aliada. Por eso hay deportistas que se mueven bien en escenarios de PRESIÓN, incluso se crecen; incluso los prefieren. Deportistas que, asomados al borde del precipicio, no ven el vacío, sino el salto que la situación requiere. La PRESIÓN, la CONFIANZA…

FORJANDO EL EQUIPO: Entrenadores y estilo de COMUNICACIÓN.

“Dominar a otros es ser fuerte; dominarse a sí mismo es ser poderoso”.
Lao Tzu.
         La pretemporada es el forjado de los equipos. Como no puede ser de otro modo, se realiza a fuego lento y constante. Y en esa cocción ninguna dimensión suele escapar de la cada vez más exhaustiva planificación de un cuerpo técnico profesional. A la preparación física y el trabajo de los diferentes conceptos del juego, hay una faceta a la que se le viene concediendo también su importancia: la preparación mental, esto es, la construcción de la mentalidad del grupo; el forjado del espíritu y el alma de ese conjunto de individuos con objetivos comunes pero intereses a veces encontrados.

         Lo cierto es que, con el paso de las jornadas y el desarrollo de la competición, una buena parte de los contratiempos que van encontrando los equipos, no los salva el concepto del juego o la preparación física. Lo que, en última instancia salva a un grupo cuando los planes de preparación y de entrenamiento están tan pormenorizados y estandarizados, y la competición les somete a la máxima presión, es la calidad y la consistencia del vínculo que los une a todos; algo que no se puede pedir de una jornada para otra, sino que se trata de un edificio que se levanta desde el primer día de pretemporada con sesiones específicas e integradas.

         Uno de los factores que resulta decisivo en ese forjado de la mentalidad del equipo es la COMUNICACIÓN. La comunicación muy rara vez es neutra; el mensaje construye o destruye; suma, resta, multiplica o divide. Así, podríamos aplicar un Dime como comunicas y te diré como lideras”, entrenador. Y tú, ¿cómo comunicas, míster? Aún hay entrenadores que confunden la exigencia con la severidad; o la cercanía con el amiguismo… Aquí tienes una sencilla tabla para que puedas valorar tu posición y parámetros comunicativos con tu grupo. ¡Sitúate!:


         Desde que entras por primera vez en el vestuario, marcas tu área y tu estilo de relación con tus jugadores. Así, la COMUNICACIÓN, tanto la verbal como la gestual, contribuirá decisivamente a la percepción de ellos; esta, a su vez, determinará su experiencia, que le llevará a sentir unas sensaciones, generar unas emociones concretas y, en última instancia, les empujará progresivamente a construir una serie de creencias hacia tu persona.

Después vendrá el contenido del mensaje; las ideas que transmitir o los conceptos que asimilar; pero, ¿qué serán de estos si descuidamos y relativizamos la calidad del canal o la consistencia del vínculo? Y ese canal y ese vínculo –míster- lo estamos construyendo ahora, en la pretemporada. Posiblemente no haga falta esperar a los escenarios de presión para empezar a entrenarlos… ¡Buena preparación mental!