Decidir el cambio para que el cambio no termine decidiendo por ti.

“En un mundo superior puede ser de otra manera, pero aquí abajo, vivir es cambiar y ser perfecto es haber cambiado muchas veces”.
John H. Newman.
         Puede que terminemos por aceptar que el ser humano acaba adaptándose y acostumbrándose a todo. Puede que, en esa omnívora costumbre que hemos hecho ya tan nuestra de tragarnos todo, se haya volatilizado parte del juicio crítico que nos permite evolucionar en lugar de involucionar. Y puede que, a pesar de todo, y como casi siempre, estemos aún a tiempo de recalibrar aquello que nos construye en este incesante caminar.
Después de todo, vamos descubriendo que, decididos o impuestos, previsibles o inesperados, transitar caminos es nuestro sino. Con diferente cadencia y desigual ritmo, somos ese discontinuo ir y venir; ese llegar y luego irte, para terminar regresando algún día de tantos… Somos cambio y estamos hechos de cambio. Y todo para ir dejando algo de lo que somos en cada uno de nuestros pasos. Hacer no es otra cosa que SER en un tiempo y un espacio concreto, y no hay tiempo ni espacio que se escape a esa puntual cita que tenemos con cada instante.
Cómo SER entonces en la espiral del cambio y transitar esa selva a veces tan temida. Aquí dispones de 8 claves para decidir el cambio sin que el cambio termine decidiendo por ti.
1.   Llega sin hacer ruido. A los equipos y sus espacios no se llega ni pronto ni tarde, sino derecho o torcido.
2.   Desarrolla la escucha activa. Quien pierde el tiempo en escuchar lo gana en analizar.
3.   Muéstrate transparente. Desde el primer momento… ¡sé TÚ! La credibilidad es el valor que sustenta el liderazgo, y se alimenta de la trasparencia. Eres toda tu fortaleza, pero también toda tu fragilidad, y eso te hace hermosamente humano.
4.   Sé parte del todo. La integración no es más que ocupar el espacio que se te ofrece, ni más, ni tampoco menos. Qué complicado resulta a veces este equilibrio.
5.   Participa y comprométete. No se trata de estar, sino de ser. El activismo vacío nos automatiza y nos convierte en máquinas, mientras que el conformismo nos acomodarnos y paraliza. ¿Quién quieres ser…? Construye un equipo consistente y genera una estructura flexible.
6.   Muéstrate comprensivo. La empatía no es estar de acuerdo con todo, pero sí comprender las decisiones o situaciones de otros. En cualquier caso, los vientos no soplan siempre a favor, y un cambio de rumbo no tiene por qué suponer un destino distinto.
7.   Eleva la mirada. Invita a que la eleven contigo, Quien tiene un propósito tiene un motivo. Los seres humanos nos movemos y (con)movemos desde ellos.
8.   Vete sin hacer ruido. Si te vas o te invitan a hacerlo, valora que saber irse es más difícil que saber llegar. En las transiciones profesionales o laborales, en la gestión de los cambios importa mucho el por qué, pero dice más el cómo.

Dejar huella es, por tanto, ser de tal manera que queda una parte de ti en ese tiempo y espacio que se fue. Así, hay quienes creen que dejar huella es pisar fuerte, cuando lo único que deja es herida. Por el contrario, hay quienes creen que dejar huella no es pisar fuerte, sino llegar adentro, muy adentro, tan adentro de las personas que conectas con ese espacio interior en el que se gestan las razones y se forjan los motivos, allí desde donde se moviliza nuestro espíritu. Debe ser por eso, entre otras razones, por lo que existen personas que se van sin irse del todo.

La fortaleza como factor mental y emocional.

“La fuerza que yo busco no es aquella que te lleva a perder o ganar. Lo que yo deseo es una fuerza que me permita ser capaz de recibir todo cuanto proceda del exterior y resistirlo”
Haruki Murakami
         El paso de las jornadas reflejan quiénes hemos sido hasta ahora, cómo hemos entrenado o en qué tipo de equipo nos estamos convirtiendo. Lo cierto es que la temporada de entrenamientos y competición no deja de ser una fotografía dinámica, en la que los colores van cambiando, los contornos se van transformando y –lo más importante- sus personajes van reflejando la huella que la temporada va dejando en ellos. Nadie escapa al impacto que la temporada va ejerciendo en deportistas y equipos, de ahí que sea la FORTALEZA un factor decisivo en el transcurso del año.

OBJETIVO: Profundizar en la FORTALEZA desde su dimensión mental y emocional como factor de equilibrio, resistencia e impulso.

DESCRIPCIÓN…
A menudo se asocia la FORTALEZA a algo parecido a un escudo humano que repele todo lo que amenaza con desestabilizarnos; también con el arma que dispara con precisión y contundencia sobre los objetivos marcados. Y puede que sea algo así, pero, en todo caso, no podemos reducirlo a ese significado o atribuirle esas únicas funciones.
El factor de la FORTALEZA hace un recorrido que comienza desde la percepción y análisis de nuestras debilidades, de la toma de conciencia de nuestro ser vulnerable y frágil, hasta el modo en el que podemos construir esa fortaleza, tanto personal como de equipo. Descubrir y conocer nuestras debilidades nos ayuda a alcanzar una fortaleza más auténtica.
Ciertamente, la fortaleza es mucho más que un escudo protector o un arma de precisión milimétrica. Así, ser fuerte no consiste en construir un férreo escudo, sino en habilitar unos canales por los que integrar convertir toda la energía que recibimos. Ser fuerte es convertirte en un generador de energía que tiene la habilidad de aprovecharla y transformarla. En esa capacidad para aceptar la energía entrante y regenerarla para tu beneficio y el de tu equipo consiste la fortaleza mental y emocional.

HABILIDADES necesarias que debe fomentar el entrenador...
Para que la FORTALEZA mental y emocional llegue a convertirse en un valor activo y productivo (=FACTOR) en el deportista y el EQUIPO, requiere de:
·         Reflexión. Pocas habilidades tan educativas y formativas en el deporte como la capacidad de contemplación y reflexión. El deportista que deja espacio al análisis siempre tendrá abierto su margen de mejora. También es un hábito que puedes proporcionarle tú. ¡Qué participen de las posibles soluciones!
·         Provocación. Incita a mirar adentro para que encuentren el beneficio de sentirse frágiles; la conciencia de la propia vulnerabilidad es el principio primordial de la fortaleza mental y emocional. Provoca y consigue. ¡Contribuye a que se miren cara a cara, con naturalidad, sus debilidades! Empezarán, sin notarlo, a ser más fuertes en lo personal y lo colectivo.
·         Activación. Elabora una lista de todas las debilidades sin miedo alguno; genera esa conciencia personal y colectiva. Las llamamos por su nombre y tratamos de compartir las emociones que nos produce mirarlas a la cara. Hemos llegado al umbral mínimo necesario.
·         Redirección. Les hacemos ver que, en la mayor parte de las ocasiones, todo forma parte de una falsa creencia que hemos ido alimentando con el tiempo y la autocensura. Invítales a recuperar cuándo se sintieron fuertes en ese aspecto. Alguna vez lo fueron y lo consiguieron.

COMPETENCIAS o CAPACIDADES que el deportista consigue…
La FORTALEZA fomenta en la persona una serie de competencias o capacidades que no solo le serán muy útiles en su práctica deportiva, sino que se transferirán y extenderán al conjunto de su vida, cualesquiera que sean sus circunstancias. Alguna de las competencias que genera la FORTALEZA son:
·         Humildad. La verdadera fortaleza no se traduce luego en la superioridad, sino en la colaboración, porque se ha construido desde la conciencia de la fragilidad y la debilidad personal.
·         Confianza. No repara en los posibles errores ni se atranca en bloqueos absurdos. El error forma parte del deporte y la vida. Se está convencido de hacerlo lo mejor posible siempre.
·         Superación. No importa tropezar, caer, perder, “fracasar”… Solo son expresiones inexactas y paralizantes de la competición. Como entrenador traduce todo ese lenguaje oscuro dentro del proceso y abórdalo como oportunidad, no como resultado final.
·         Resistencia. La FORTALEZA te enseña que no siempre es mejor llegar pronto, sino en el momento preciso; que no siempre es mejor llegar antes, sino juntos; que , como equipo, nunca es mejor llegar solo, sino juntos.


Experimenta ahora tú, entrenador, los beneficios MENTALES y EMOCIONALES que aporta trabajar de manera específica y/o integrada el FACTOR de la FORTALEZA. No olvides que un equipo es un sistema, un organismo vivo que merma o crece con cada movimiento que realiza. Puede que la fortaleza mental y emocional no arranque los aplausos de una grada o tenga una clasificación como la de máximos goleadores, pero recuerda que hay factores imperceptibles que juegan. Entrena tu mente; entrena tu corazón. ¡Genera esa FUERZA en ti y tu equipo!