Felicidad y productividad en equipos y organizaciones.

“Un ambiente de trabajo divertido es mucho más productivo que uno rutinario. A la gente que disfruta de su trabajo se le ocurren más ideas. La diversión es contagiosa.”
Roger Van Dean.
Hace unos días me presentaron una estadística en la que, entre otros datos llamativos, se exponía que, en España, “el 63% de los empleados se sienten frustrados dentro de su organización”. Supongo que en el término frustrados pueden entrar matices de muy variada índole y naturaleza, pero parece incuestionable la relación y la estrecha correspondencia que en el mundo de los Recursos Humanos existe entre felicidad, rendimiento y resultados.
El caso es que algunas organizaciones aún permanecen con vida aferradas a viejos paradigmas funcionales, mirando con recelo la transformación que se encuentran afrontando determinadas estructuras y poniendo buena parte de su fuerza operativa en la resistencia a cuanto viene o pueda venir. Sea como fuere, nos encontramos, a pesar de tantos y tan acertados pasos emprendidos por innumerables proyectos empresariales, ante unos elevados índices de toxicidad organizacional, algo que, en definitiva, reduce considerablemente la productividad.
En este sentido, se podría llegar a entender que una empresa no tenga entre sus objetivos prioritarios o en su visión estratégica la felicidad de sus empleados, pero sí parece bastante obvio que tenga en sus resultados a final de año un objetivo tan lógico como incuestionable. Cuestión tanto de supervivencia como de proyección. Pero precisamente por esta razón –y otras que ahora no vienen al caso- deberían plantearse algunas estructuras esa correspondencia rotunda entre felicidad y productividad.
Existe y obtiene ya resultados contrastados un nuevo modo de entender conceptos organizativos tan determinantes como la jerarquía, la autoridad, el trabajo en equipo o la misma productividad, asociada a factores como la percepción del logro o la derrota. Vayamos entonces por partes.
1.   Jerarquía. No se trata de volatilizar una estructura organizativa que demarca competencias y otorga responsabilidad; más bien se trata de entender de un modo diferente este esquema, donde se incorpora un factor fundamental, la confianza. Una organización no reparte puestos de mando, sino que estructura funciones en orden al desempeño de competencias con plena vocación de servicio al conjunto del operativo humano. La horizontalidad de la estructura jerárquica no viene sostenida solo por un organigrama más o menos afortunado, sino –sobre todo- por los principios de participación e interrelación que rigen la organización y el grado de identificación de los miembros.
2.   Autoridad/Equipo. Como sostiene el coach –y buen amigo- Joaquín Martín, quien delega competencia, debe estar dispuesto a delegar autoridad, y –añado- también autonomía, factor constitutivo de la confianza. La alta dirección de equipos genera un espacio en el que cada miembro del equipo se siente libre y capaz, protagonista y parte fundamental; construye un espacio donde, en relación al proyecto, cada uno se siente primero alineado y, después y en consecuencia, enviado. La autoridad se concede, se siente y, por supuesto, se comparte en equipo. Signo de esa madurez del equipo, ninguna aportación cuestiona a la persona ni nadie se siente cuestionado; todo se dirige a las ideas y la estrategia. Toda aportación, en definitiva, surge de la responsabilidad y el compromiso, con plena conciencia de la situación y en ejercicio de la libertad necesaria para crecer como equipo y organización.
3.   Productividad. Hablamos de la productividad en su sentido más extenso, donde se entiende que la ganancia o la rentabilidad sólo es del todo completa si de ella participan todas y cada una de las partes de la organización. La organización gana si cada parte de su organismo vivo gana; vence si todas las partes se sienten realizadas y recompensadas. De lo contrario, cualquier logro será parcial e incompleto. Y no parece la mejor inversión para el presente y el futuro del propio proyecto.

Algunos lo llaman ecología de la organización, clima o atmósfera laboral; algunos incluso le otorgan carta de naturaleza encarnada en factores como la motivación, la cohesión de equipos, la superación, el liderazgo... En cualquier caso, parece evidente que la frustración, emoción que desencadena la falta de alineación con la organización, supone uno de los principales enemigos de la productividad. Por lo que atender y destinar recursos para la salud del espacio de los equipos de trabajo resulta cada vez más rentable, superando ya la consideración de moda coyuntural o pose de última tendencia.

Personas felices; organizaciones rentables. Reflexión sobre El principito se pone corbata.

“Cuida tus pensamientos porque se volverán palabras; cuida tus palabras porque se transformarán en acciones; cuida tus acciones porque se convertirán en hábitos. Cuida tus hábitos porque forjarán tu carácter. Cuida tu carácter porque determinará tu destino. Y tu destino será tu vida”.
Mohamat Gandhi.

       Hace algunos días, mi compañero y amigo José Ángel Thomas tuvo la ocurrencia de invitarme a un módulo de Personal Branding para compartir mi escasa experiencia y algunas convicciones con un grupo de futuros coaches. Me llevé muchas enseñanzas pero, sobre todo, pude experimentar con el grupo y sus encendidas aportaciones una certeza: el entusiasmo se convierte en factor decisivo del cambio. No me refiero solo al plano de los resultados, donde también tiene impacto e incidencia, sino a la manera en que ese entusiasmo interior limpia los filtros y contribuye al engrasado del motor que tenemos dentro y que moviliza nuestra existencia.
         Entre el material que José Ángel había dispuesto para el trabajo de ese día, se encontraba un título editorial sugerente que hasta entonces –confieso mi ignorancia- no había tenido la ocasión de abordar, El principito se pone la corbata. Lo tomé entre mis manos en un descanso con mi curiosidad bibliófila y dirigí entonces una mirada escrutadora a mi compañero después de que éste compartiera algún párrafo con el grupo. “Llévatelo”; me lo ofreció con esa generosidad instantánea que tienen por hábito las buenas personas y, sí, me lo llevé a casa.
         “La arrogancia de creer que lo sabemos todo nos impide seguir creciendo y evolucionando”, afirma su autor, Borja Vilaseca. Una lectura fresca, una historia salpicada de encrucijadas vitales que transitan por el desfiladero que separa la oportunidad del cambio de la resistencia atrincherada con que lo habitual nos amordaza. Una historia trenzada de luchas personales, sinsabores profesionales, expectativas incumplidas o sueños rotos por el camino a menudo tortuoso del mundo de las organizaciones. Pero una historia también de ruptura paradigmática que abre un surco en la tierra y espera la lluvia que acreciente la semilla nueva.
         Una historia de descubrimientos y decisiones; de fe ante el vértigo de los cambios inevitables que nos permiten crecer. Acompañamos a unos personajes amontonados en el tedio de la rutina tolerada y asumida; personajes con la necesidad inaplazable de poner en orden lo suyo para –por fin- relacionarse equilibradamente con todo lo de fuera. Una historia que escarba en la finalidad última –más última- de las organizaciones empresariales y en una gestión más humanizada de sus recursos humanos. Una historia que deja atrás el victimismo reactivo que nos anestesia el alma y que trata de combatir y poner fin a los dos grandes enemigos del ser humano, la ignorancia y la inconsciencia.
         No se trata tanto de crear una identidad nueva cuanto de recuperar la esencia de nuestro ser, esa que posiblemente se haya visto enterrada por una montaña de falsas creencias que engendraron nuestro ego y su tiránico modo de llevarnos por la vida. Un camino de purificación personal duro y complejo, pero agradecido con quien lo emprende y persiste; que provoca el verdadero cambio que nos cambia: la manera de observar la realidad.
Al fin y al cabo, alejado de cualquier narcisismo paralizante, el mayor de todos nuestros retos es conquistarse a sí mismo, descomponer el propio ego y conectar con tus valores más esenciales. Tan válido para la persona como para la organización, quizá se trate –como apunta el autor- de algo sencillo, algo tan revolucionario como “poner lo esencial en el corazón de la estrategia”.

#RetoPDC2014. Una experiencia educativa.

“No mires hacia atrás con ira, ni hacia adelante con miedo,
sino alrededor con atención”.
J. Therker
Entramos en la meta de la mano, porque todo el curso no ha dejado de ser precisamente un mano a mano para encontrar motivos, descubrir razones y compartir emociones que nos acercaran al objetivo que hemos compartido. La cuenta atrás decidimos comenzarla cuando quedaban 124 días, una cifra ya mágica para cada uno de nosotros.
El #RetoPDC2014 ha sido toda una experiencia vital que han protagonizado un grupo de alumnos de ESO adscritos al Programa de Diversificación Curricular de mi cole, y que he tenido la fortuna de acompañar como profesor del ámbito socio-lingüístico, pero, sobre todo, como coach y... compañero de equipo. Para quienes no estéis relacionados con el mundo de la educación, debéis saber que se trata de un Programa de Estudios orientado a un tipo de alumnado muy concreto, que debe cumplir una serie de requisitos, resumidos en dos fundamentalmente:
1. La dificultad para alcanzar los objetivos que les permitan conseguir su titulación en ESO.
2.  Y su interés, sin embargo, en hacerlo posible. Para todo ello, se adapta el currículo, se flexibilizan los contenidos, sin dejar de trabajar los objetivos generales.
Ellos saben perfectamente que no han sido los mejores estudiantes de la etapa; que no siempre aprovecharon el tiempo lo mejor que pudieron; o que les cuesta llegar a ciertos niveles de exigencia que otros compañeros alcanzan. Pero ellos curran ahora como auténticos campeones y -como tantos otros- tienen sus días buenos y también sus días… mejores (jajaja). Eso sí, estoy convencido -antes de que ocurra- que van a obtener, a pesar de todo, su título de graduado en ESO, y esa será su victoria completa ahora.
Han sido 124 días de auténtico aprendizaje para cada uno de nosotros. El #RetoPDC2014 ha consistido en preparar una carrera de 5 km, con entrenamientos planificados semanalmente, adaptados a su situación y revisados cada lunes. La voluntad, la disciplina, el esfuerzo, la constancia, la superación, entre otros valores, han sido nuestros compañeros de camino estas inolvidables semanas. La comunicación entre nosotros, la posibilidad de dedicar un tiempo a descubrir y compartir sensaciones personales en grupo ha sido estimulante en todas las dimensiones: mental, emocional, física... Íbamos descontando día a día como quienes saltan vallas o salvan el peldaño de una larga escalera; constancia, tiempo, paciencia...; y las semanas volaban hasta que -por fin- llegó el momento; el día y la hora. Sábado, 31 de mayo. Montilla, 22:00 horas. XI Carrera Popular “María Auxiliadora”.
El #RetoPDC2014 fue posible por muchos factores. Ellos –Ángel, Jorge, Abrahán y Antonio- han demostrado algo realmente valioso para muchos de sus compañeros y profesores; algo que tiene un valor fundamental; algo que nos queda –por lo menos, a mí- como su mejor lección, sintetizada en estas claves:
1.   Ser conscientes de que hay cosas que CAMBIAR en ti y la necesidad de hacerlo ¡YA!
2. Quererlo, desear el cambio. COMPROMETERTE día a día con él, hasta cuando creas que cuesta tanto que no está hecho para ti. Entonces necesitas descubrir que realmente se trata de una falsa creencia. Vas a poder; vamos a poder.
3. Experimentar la DIFICULTAD; mirarla a la cara. Probar el miedo y la posibilidad –como en otras cosas- de rendirte y… ¡NO HACERLO!
4.   Vivir la fuerza inspiradora del grupo. Sentir la responsabilidad de construir un EQUIPO, ser y sentirte parte de él. El equipo sostiene en los peores momentos.
5.   Sentirte orgulloso de tu mejor ESFUERZO. Repetirte que el verdadero logro no es llegar, es la manera de hacerlo, esa que te hará soñar con otros desafíos y muestran tu forma de afrontar la VIDA.
6.   ¡Celebrar los LOGROS! La vida depara todo tipo de momentos, pero es tu ACTITUD la que marca la diferencia. Hay que celebrar la vida, cada uno de sus instantes. Puedes elegir que cada cosa que te suceda esté para beneficiarte o fastidiarte; o, en cambio, puedes elegir que está para enseñarte algo.

El #RetoPDC2014 quizá no haya cambiado nuestras vidas de arriba a abajo, pero sí le ha proporcionado nuevas claves que nos ayudan a caminar con un espíritu renovado, más fuerte. La distancia no importa, el tamaño de los retos los marca tu corazón. De todas formas, la superación es generosa con quien la busca; lo mejor no son los resultados, sino la oportunidad que te concede de ir descubriendo quién eres.

Afortunadamente tenemos vida, instantes, camino y, sobre todo, nuestros pasos, esos que decidimos dar ahora y que nos pueden acercar -depende de nosotros- al gran objetivo marcado. El mejor reto es el que empiezas; la mejor batalla es la que ahora libras. El destino se construye; y lo haces con el paso que das en este momento ¡Gracias, AMIGOS, por la experiencia! Vosotros, vuestro entusiasmo, vuestra exigencia y vuestra vitalidad también me han permitido hoy ser algo mejor profesor que hace un año y, sobre todo, mejor persona. ¡GRACIAS por compartirlo!