"Únicamente hay un golpe que está en perfecta armonía con el campo (…) Hay un golpe
perfecto que nos elige a cada uno de nosotros y lo único que tenemos que hacer
es depejarle el camino”
De la película
La leyenda de Bagger Vance.
Ningún equipo
es tan débil que no disponga de un valioso resorte desde el que hacerse fuerte
de nuevo, si es que verdaderamente cayó; como tampoco ningún equipo es tan fuerte
que no experimente en algún momento la duda o el vértigo de las alturas que
afronta. Gestionar la experiencia de fracaso es, a menudo, tan complejo o tan
sencillo como gestionar la experiencia del éxito. Donde el fracaso puede hundir; el éxito puede narcotizar. Y, al fin
y al cabo, tanto a uno como otro, mal gestionados, podemos otorgarle el poder
de neutralizar nuestro desarrollo, reducir a la mínima expresión tu rendimiento
y el de tu equipo.
Ciertamente,
tu equilibrio emocional como líder, entrenador, coach, capitán, coordinador… es
el que te mantiene en pie a lo largo de las caprichosas curvas que traza todo
camino en nuestro propósito de alcanzar el objetivo con nuestro equipo. Tanto si
te encuentras en una secuencia de resultados positivos como negativos, pueden
serte útiles esta claves para gestionar
tendencias, ciclos que, en definitiva, no dejan de trasladar a nuestro cerebro
sensaciones, esas mismas sensaciones que se van a convertir finalmente en
creencias para tu grupo de trabajo. Qué se puede hacer para salir de ahí o
mantenerte, qué dos claves de gestión comparten el manejo tanto del éxito como
del fracaso…
1. Disociación entre los resultados y el equipo. Saca a tu
equipo del territorio de los resultados para no dejar de hacerles ver quiénes
son, por encima o por debajo de esos resultados.
a. ZONA de FRACASO. Los resultados
son datos que nos permiten analizar nuestro rendimiento, pero también, y sobre
todo, datos que posibilitan trabajar para la mejora. Evita quedarte en la queja
improductiva.
b. ZONA de ÉXITO. Recuerdan que
no son los resultados los que nos llevan al triunfo, sino el trabajo y todos
los factores que ponemos en juego lo que hacen lo posible. Todo resultado solo
es consecuencia. Celebra cada logro, pero trata de evita triunfalismos paralizantes.
2. Compensación de estados emocionales entre Cuerpo
Técnico y equipo.
Empatiza y valora dónde se encuentra tu equipo. Conecta con su frustración o
con su euforia, pero no seas tú ni una ni otra. (Puff, qué valor te concede
esto como líder).
a. ZONA de FRACASO. Ni puedes
quedarte en ese fango ni te empeñes en sacarlos solo tú de ahí. Proporciona
claves, actitudes, estrategias, posibles conceptos para aplicar…, pero que sean
ellos quienes se piensen, sientan y crean capaces de hacerlo. Experimentarán
que es la persona la que tiene el poder, la decisión y los recursos para
hacerlo. Acompaña, pero evita ser el “mesías todopoderoso” y valora la fuerza
de cada uno y de todos para salir de ahí.
b.
ZONA
de ÉXITO. No eres un
aguafiestas, y vives con pasión cada victoria, pero evita te entregarte en
brazos de la euforia; trata de compartir la alegría, pero responsabilízate de
poner el acento en todo aquello que hace estar ahí al equipo; conviene
recordarlo. La digestión de la victoria puede ser dura si confundimos sus
ingredientes. No dejes de manifestar qué les hace fuertes como equipo.
La emogestión se convierte en elemento
esencial del liderazgo y desarrollo de equipos de toda naturaleza y misión. Después
de todo, el talento necesita de todos
los soportes que lo impulsen. Tu EQUIPO es más fuerte cuando TÚ eres
también más fuerte. Trabaja tu mente; trabaja tu corazón. Despeja el camino…
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