De un conjunto de paredes a otro de ventanas.

“El aprendizaje es experiencia, todo lo demás es información”
Albert Einstein
            Definitivamente, ha dejado de ser una habitación para convertirse en una ventana; una hermosa ventana desde la que puede compartirse la mirada a ese mundo en su vertiginoso y vibrante movimiento. Me refiero al aula como espacio de aprendizaje compartido por docentes y alumnos, pero condicionado por muchos otros factores que también los necesita.
Cada vez menos, pero aún hay quienes se empeñan en pensar que el aula no deja de ser una habitación en la que acontece la muy noble experiencia del aprendizaje; quizá una burbuja que teoriza sobre la realidad y el mundo; que entroniza el contenido y trata de proteger de la posible contaminación exterior; que rehúye de la experiencia por no disponer de su total control. Y sí, puede que lo fuera –y hasta que fuera útil en su momento-, pero ya ha dejado de serlo. Y quienes mantienen retenidos a sus alumnos en esa escuela que agoniza, no solo están perdiendo la oportunidad de prepararlos para el tiempo y las claves de su entorno, sino que, además, se están perdiendo una realidad pujante que no necesita de más pre-juicio, sino de proyecto, estrategia y, sobre todo, pasión, mucha pasión por lo que se hace. Sí, definitivamente el aula es una ventana, no una habitación.
El cambio ha llegado para quedase… para quedarse un tiempo, como se han quedado otros cambios de la historia, de las generaciones, para transcurrido su momento, dar paso a otro cambio, y a otro, permaneciendo en todos ellos el ser humano como lo permanente. Cambian los entornos, los contextos, las claves, las herramientas, cambian los paradigmas para desde ellos hacer cambiar a mujeres y hombres de cada tiempo, que sin embargo mantienen de todo este movimiento informe, un deseo intacto y un anhelo permanente: su plenitud, su desarrollo, ese deseo inoculado en su alma para ser libre y volar. Preparar ese vuelo…
Un cambio que reta y requiere lo mejor de cada una de las partes implicadas: educadores, alumnos, familias, administraciones…, la sociedad en su conjunto. Al fin y al cabo, la resistencia al cambio no es una cuestión tanto de comodidad, como de inseguridad, de incertidumbre por el salto que exige. ¿Posibles claves para transitar ese espacio de cambio y acciones que requieren?:


         No se exige estar ya en el modelo, porque tampoco se tiene la certeza de tenerlo, pero sí quizá estar en el paso que te hace salir y te acerca a lo que necesitamos, porque lo necesita el protagonista de esta historia, el alumno, pero tampoco dejan de necesitarlo, en su justa proporción, docentes, familias, administraciones y la sociedad en su conjunto. 
     A veces es necesario que se nos mueva el suelo para caer en la cuenta de las alas que disponemos. A veces es necesario que el aire mueva la rama para sentir la necesidad de volar. A veces es necesario sentir la fuerza del viento en contra para comprobar la consistencia de nuestros motivos. Como en todo, salir es la parte primera y fundamental para llegar.

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