“Son nuestras decisiones las que
muestran lo que podemos llegar a ser; mucho más que nuestra propias habilidades”.
J. K. Rowling

El caso Arda Turan es el de quienes
toman la decisión de
abandonar un magnífico puesto donde obtiene resultados y todo tipo de
reconocimiento por otro que supone estar en uno de los mejores y más exigentes
proyectos del planeta; allí donde se encuentran los más grandes y donde uno no
empieza siendo el ídolo o la estrella que es en su equipo. El exquisito jugador
turco no se ha equivocado ni acertado, sencillamente tomó una decisión
arriesgada que ahora trae sus primeras consecuencias; que no tienen por qué ser
las definitivas.

Cuando
la decisión no es caprichosa conviene mantener la calma. En
la mayor parte de las ocasiones, el éxito personal de quien llega a proyectos
que ya son exitosos requiere de paciencia. Perder ese estado no ayuda a
alcanzar tu propósito. ¡Mantén
tu ánimo!

El
talento no se olvida; él te ha
llevado a ser valioso, valorado y reconocido. Lo único que necesitas es
mantener ese nivel de confianza en el que es posible tu mejor versión; en el
que está todo cuanto de ti depende ¡Mantén la fe en tus posibilidades!

Quien
baja la guardia pierde. La actitud, el carácter, la disposición al trabajo debe estar por encima del resultado.
Hay algo peor que no jugar o disfrutar del rol que crees que debes desempeñar;
no merecerlo a ojos y criterio de quienes lo deciden. Entrena de tal modo que
no contar contigo sea a ojos de todos una verdadera sinrazón. ¡Mantén la intensidad!

Amar
lo que hacemos ayuda y no poco a superar los momentos de desconcierto. Amar lo
que hacemos no elimina los obstáculos, pero
sí hace que los afrontemos de otro modo. No pierdas eso que tanto te
proporciona; una situación adversa no daña nuestra pasión; pero la prueba. ¡Mantén la pasión!

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