“Puedes
tener todas las virtudes del mundo en la piel, que si no tienes ni suerte ni
gente que te ayude en el camino, no te sirven de nada esos dones”
Zinedine
Zidane.

Pero
vayamos a Zidane, el nuevo entrenador de un Real Madrid que sentenció a un Rafa
Benítez en el mismo momento en el que directiva, jugadores y prensa olieron su falta de empatía –habrá que llamarlo de
algún modo- en el campo de entrenamiento. Hay quienes aseguran que no tuvieron que
pasar demasiadas semanas desde su adornada incorporación. Algo que podrá tener
en cuenta.
Zidane, con
todo, no hace que dejemos de ver una realidad profunda que esclerotiza esos
valores que el madridismo de siempre ha
señalado como identitarios, irrenunciables.
Zidane para
comprobar, llegado el momento, que hoy el
verdadero centro de gravedad de los proyectos deportivos se encuentra en los deportistas
que se eligen. Y el Madrid es Cristiano Ronaldo o Sergio Ramos como el Barsa es Messi, Iniesta o Piqué. (Ese el
precio que quiso y supo pagar Luis Enrique tras lo de Anoeta del año pasado).
En definitiva,
Zidane porque ha sido uno de los mejores futbolistas de la historia y –¿quién lo
niega?- puede convertirse en un
excelente entrenador. Ahora bien, considero que habrá algunas cuestiones
claves en su incursión en la silla eléctrica
de Chamartín. Como el fútbol lo tiene, intuyo que pueden ser:
1. IDEAS CLARAS en CONCEPTO y MÉTODO, así como las
decisiones que ello provoca. Hay muy pocas personas que amen tanto a otros como
a sí mismos. Sucede en la directiva y sucede en todo vestuario. No sorprende,
pero no debe olvidarse. Para terminar muriendo con las ideas de otros, mejor
hacerlo con las propias. Esto no supone no poder cambiar, sino no aceptar
sentirse manejado.
2. EQUIPO de TRABAJO. Un liderazgo carismático
y competente, adaptativo, que inspire y cohesione, que transforme y obtenga
resultados se consigue mejor con un equipo, con un grupo de personas expertas
en cada una de las facetas de trabajo y unidas en objetivo compartido.
3. TALENTO EMOCIONAL. Gestionar egos requiere tanta habilidad y
equilibrio que se hace necesaria una buena dosis de talento emocional. Ese que empatiza,
respeta y acompaña al deportista en cada momento; que concede espacio,
precisamente para que pueda sentirse convocado para un objetivo del que es
parte fundamental. Saber moverse en esa montaña rusa de resultados sin negociar
por ello –especialmente cuando son buenos- los umbrales de rendimiento.
4. CAPACIDAD DE RESISTENCIA. Habrá viento
en contra, porque nadie ostenta la habilidad de contentar a todos de una vez. Decidir
conlleva provocar insatisfacciones, es la parte menos amable del liderazgo,
pero necesaria, para la que necesitas ser muy honesto con tu grupo. Sí el
viento en contra “prueba la consistencia de nuestros motivos más profundos”. En
parte, los deportistas somos aquellos que se mantienen cuando el aire los
golpea en la cara.
5. HABILIDAD COMUNICATIVA. No basta con
tener las ideas claras, es necesario saber transmitirlas, y saber cómo hacerlo
en función de a quién hacerlo. Para cualquier labor con personas la competencia
comunicativa resulta decisiva.
