"Son grupo, equipo, se quieren..." La identidad y el ambiente como factor.

“El liderazgo es lograr que las miradas apunten más alto, que la actuación de la gente alcance el estándar de su potencial y que la construcción de personalidades supere sus limitaciones personales.”
Peter Druker
Hace algún día, a primera hora de la mañana, de vuelta del entrenamiento y mientras recobraba algo de energía con un relajante desayuno, hojeaba la prensa que suele haber en casa en verano (Nos resistimos –al menos en vacaciones- a abandonar la hoja impresa de alguna que otra cabecera). Y en seguida me atrapó –al menos para mí- una conmovedora experiencia. Y es que todo lo que desprenda el aroma del espíritu de equipo, del liderazgo, la motivación, la superación, los retos… En fin, que me incendia por dentro sin poder ni querer hacer nada por evitarlo.
Se trata en esta ocasión del testimonio de Luis Prieto, readaptador físico español de la selección nacional de fútbol costarricense. De manera sencilla pero rotunda expone en el diario MARCA lo que para él supone el secreto de un equipo que ha sorprendido a propios y extraños en este mundial disputado en Brasil.
“Me siento a desayunar y leo diarios que se preguntan cuál es el secreto de Costa Rica. La respuesta es simple: son grupo, equipo, se quieren, son compañeros, pero sobre todo, hay respeto, lealtad, humildad, compañerismo y empatía, valores arraigados en ellos, pero olvidados por otras personas.
Como todo equipo, tienen sus manías y rituales. El respeto a la fe es fundamental en el grupo, y la oración en los entrenamientos y en los partidos es innegociable. Pero la oración de competición es la que más me estremece, la que recoge todas las sensaciones previas al partido y que finaliza con un amén y un grito de ¡Costa Rica, todos a una!”
No pude evitar entonces conmoverme, crear una pausa y degustar toda esa energía emocional que provocaba esa hermosa experiencia de equipo. Y ahora escribo porque, desde aquella lectura, llevo conmigo un eco persistente. Como si del estribillo de una canción que te persigue se tratara, aún suena en mí, inspirador y contundente, ese “…son grupo, equipo, se quieren…”
Estoy plenamente convencido que toda victoria es la suma de cuantos factores entran en liza en el mundo de la competición, de la misma manera que considero que hay factores que constituyen un auténtico soporte, que hacen que, en definitiva, puedan darse otros, quizá los más llamativos. De modo que alcanzar un reto, levantar un trofeo, lograr un ascenso, salvarse de un una situación apurada, o cualesquiera de las situaciones de triunfo o éxito que podamos imaginar, solo es la parte resplandeciente de una realidad mucho más compleja y, sobre todo, mucho más completa.
Uno de esos factores soporte es, sin duda, el forjado de los equipos. Y es que su espíritu competitivo y el aura de superación que los caracteriza vienen de mucho antes y es el que provoca todo cuanto luego llega, todo cuanto luego resplandece y se muestra visible para todos.

Costa Rica, también Colombia o incluso México, no van a ganar ya la Copa del Mundo, pero, por encima de sus resultados, han demostrado la capacidad que puede llegar a tener un equipo para conectar con su gente, para construir identidad y generar adhesión incondicional; la capacidad para inspirar y alinearse con los valores que los han hecho grandes incluso en la derrota. Y eso, casi siempre, es mejor que ganar, porque trae el alma y la esencia de la competición más allá de la expresión obligada de la victoria o la derrota.

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