A nuestros amigos de 4º de ESO ¡GRACIAS!



Queridas familias y amigos; y muy especialmente, queridos alumnos de 4º de ESO que hoy, en este emotivo acto, os despedís de vuestro Colegio.
Estoy convencido de que nada ni nadie que te haya hecho feliz se borra jamás de tu corazón. Espero que así haya sucedido con vosotros a lo largo de estos años en la Casa Salesiana de Montilla; años en los que seguro habéis tenido oportunidad de compartir todo tipo de momentos. Seguro que todos nos han hecho crecer como personas y como grupo.
Permitidme, en este momento, que comparta una última reflexión antes de que emprendáis la siguiente etapa de vuestra vida.
En primer lugar, no puedo dejar de agradecer a vuestros padres el que un día decidieran traeros a esta casa. Sin su decisión no hubiera sido posible haber compartido este camino que hoy ponemos en valor. Puedo advertir lo que en este instante sienten en su corazón y la cantidad de escenas que retienen en su interior ahora agitado, zarandeado. Por su confianza y comprensión, a ellos todo mi respeto y el profundo agradecimiento en nombre de la Congregación Salesiana.
En segundo lugar, mi reconocimiento a los maestros, profesores, y a todo el conjunto de educadores que os han acompañado durante estos preciosos años. sin duda, cada uno de ellos ha influido en vuestro proceso con su granito de arena, con su pasión por el hermoso mundo de la educación, con su buen hacer, pero, sobre todo, por su buen ser.
Sin duda, de todo el proceso, nada más valioso que las personas, nada como el encuentro fructífero entre quienes son conscientes de la trascendencia que el conocimiento y las experiencias tienen en la vida de las personas.
Queridos amigos, puede que todo lo vivido no llegue ser decisivo en vuestras jóvenes vidas, de modo que se borre en el primer viento que sople con cierta fuerza; existe la posibilidad de que cada uno de los momentos experimentados y amados en estos años no sirva para nada a pesar de que hoy te embargue la emoción y no consigas reprimir tus lágrimas. Dejad que todo fluya con naturalidad y vive cada instante con esa pasión por la vida que compartimos. Ciertamente, nada que se ama, se olvida. Pero sólo el tiempo y las circunstancias determinarán si fue verdad lo vivido, si fue tan auténtico que te marcó hasta traspasar tus entrañas para formar parte de ya de lo que en esencia eres y serás.
Es sencillo, te darás cuenta con el paso de los días, quizá de los años. Se trata, en un ejercicio de interiorización personal, de que logres convertir lo que ahora es emoción en valor, sólo así podrás comprobar si lo vivido es tan fuerte como para que sea lo que te sostenga en las duras pruebas del camino. Entonces sabrás si fue tan auténtico como ahora sientes… En el momento en el que se apaguen los focos, se cierren las puertas y emprendas la marcha se disiparán tus dudas; sólo entonces comprobarás hasta donde llegó en ti salesianos y su singular modo de entender y proyectar la vida.
Como hiciera Don Bosco, sueña y lucha por tus sueños. Sé valiente, atrévete, mira tu interior y deja un espacio a Dios, no saldrás defraudado; se puede ser generoso y ser feliz, entregar todo lo que eres y no lamentarlo; se puede ser honrado, justo, honesto y, por supuesto, ser feliz. Ése es nuestro deseo para quienes, más que alumnos, os convertís en amigos, en cómplices del carisma salesiano allá donde estéis. Sí, el colegio brillará en vuestro interior cada vez que, como fuerza, viváis los valores que os conmovieron. 
Para terminar, robo una frase a un Don Bosco ya anciano, doblado no tanto por los años cuanto por las fatigas, y que sintetiza lo que los educadores salesianos que os hemos acompañado tenemos grabado a fuego, procurando hacerlo realidad: “Este pobre viejo sólo desea una cosa, que seáis felices en el tiempo y en la eternidad”.

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