"La fuerza reside en las diferencias, no en las similitudes"
Stephen Covey

Desde el principio, el instinto de protección y supervivencia ha empujado irremisiblemente al ser humano a unirse a la manada, a buscarla e intentar no separarse de ella. La necesidad de perdurar, de trascender más allá del instante que pasa, provoca que busquemos acomodo en ese conjunto de individuos que aspiran, por encima de otro propósito, a permanecer con vida. Para ello, ponen de su parte lo que fuera preciso si con ello alcanza para cumplir con el objetivo de prolongar todo lo posible la propia existencia. De hecho, no hay nada más importante para la manada que la parte de protección que sumas al conjunto. Ese es, en definitiva el paradigma de la manada.
La evolución del concepto de manada al de grupo pasa por un detalle crucial, no conformarse con sentir la protección, no verse realizado con la única sensación de sentirse seguro. De ahí que, superando la primera fase instintiva, al grupo te empuje estar identificado con unas ideas concretas, algunos principios cooperativos que de alguna manera compartes y consideras relevantes. En el grupo eres alguien por la afinidad de tus ideas con las que marca el conjunto; mientras en la manada no existe más aspiración que experimentar la seguridad, escoges uno entre otros grupos por esos valores o principios activos que, sin aparente consideración colectiva y puesta en común previa, reconocen al conjunto de individuos. La consideración que el grupo tiene del individuo es también otra; para éste es muy importante la motivación que te llevó a elegir la pertenencia a ese colectivo. En cualquier caso, en el grupo no hay más horizonte ni aspiración que disfrutar y compartir esas ideas, pensamientos, sentimientos o sensaciones que unen y hacen sentirse bien.

La manada sólo es manada, es una trinchera social, mientras que el grupo vive en los rasgos del grupo, pero pudiendo compartir en algún momento elementos de la manada, eso sí, sin llegar a ser un equipo si se queda aferrado y atrincherado sólo en el placer que le procura su grupo; es un lago, un piélago confortable y despreocupado. El equipo, máxima aspiración; el equipo es un río caudaloso, un torrente de agua que inspira y que va creciendo y asentándose seguro de su marcha y destino. El equipo tiene el valor de poder ser manada, grupo y equipo en función de las circunstancias, situaciones y necesidades, pero siendo consciente de que la más noble, alta y plena aspiración es la de ser individuo en el equipo que crece y te hace evolucionar.
Tenemos que tener en cuenta donde nos situamos según la sociedad, si queremos estar en una manada sin poder aportar ideas y sentirte rechazado/a; estar en un grupo aportando ideas o en un equipo en el que todos te ayudan en lo que necesites y que te comprendan en tus opiniones. Tenemos que saber cuál es nuestro lugar si queremos estar en la cima o estar en otro lugar donde no te traten en serio, tenemos que luchar por lo que queremos sin quedarnos atrás pero siempre que queramos que nos respeten tendremos que respetarlos a ellos y esa es la ley fundamental de cada manada, grupo o equipo.
ResponderEliminarEsta claro que somos seres sociales y necesitamos de la interacción con los demás para desarrollarnos, cuando se tienen inquietudes y estamos activos es fácil integrarse en un grupo, lo difícil es encontrar un equipo en el que sentirse respaldado, acogido, compenetrado... Muy buena tu explicación, desde luego no es lo mismo... A luchar por el equipo!
ResponderEliminarGracias por tu aportación, Cristina. Claro, lo importante es que tú también haces equipo, y esa es la parte que está a tu alcance. Saludos!
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