Del valor efectivo del grupo

"Sólo se aguanta una civilización si muchos aportan su colaboración al esfuerzo. 
Si todos prefieren gozar del fruto, la civilización se hunde."
José Ortega y Gasset

Ese determinante empeño asociativo que les caracteriza, tal vez su apabullante sentido cooperativo, esa disposición radical al beneficio del grupo, ha llevado a las abejas –seguro que entre otras razones- a ser una especie con más de cien millones de años, frente a los dos millones que, aproximadamente, aún tiene el ser humano. Bien es cierto que hay especies con algunos años menos que nosotros, pero parece incuestionable que existe y está demostrada buena parte de las razones de tan longeva y fructífera historia.
Encontramos en este curioso dato otro claro ejemplo en el que aparece contrastada la importancia de la dimensión social como factor efectivo de proyección tanto personal como colectiva. Garantizada la individualidad, todo parece indicar que seguirá siendo el grupo, y su capacidad para permanecer efectivamente unido, el que salvará aquellos obstáculos y situaciones que vayan presentándose en el discurrir de la historia.
De este modo, la cohesión, así como la integridad dentro de ésta, aparecen como valores que ayudan a hacer perdurables todo tipo de proyectos. Para que tanto uno como otro valor se produzcan y desplieguen su potencial es necesario que todas las partes lleguen a entender que es preciso renunciar a algo para conquistar lo fundamental, aquello que, con el tiempo, contribuirá a alcanzar las situaciones proyectadas en común. Cuando los problemas atenazan a los individuos, la fortaleza de los grupos marcará el itinerario y sus posibilidades reales.
Por otra parte, la interdependencia se muestra como otro de los valores decisivos para integrar los proyectos personales en el proyecto de grupo. De hecho, trazar un proyecto de grupo y compartirlo se antoja fundamental, así como alinear y hacer confluir el conjunto de propósitos personales con los del colectivo. La interdependencia reconoce ese peso efectivo del individuo en la consecución de los fines y la visión del grupo. Al mismo tiempo, en esta creencia será el grupo el complete las carencias propias en ese fluir cooperativo en el que nadie ni nada pierde, muy al contrario, sale reforzado de esa experiencia de compromiso mutuo; de ese alto nivel de confianza en el que sólo es posible tan rentable interacción.
En cualquier caso, la aportación generosa del individuo al grupo multiplica lo invertido si existe la conciencia colectiva en cada uno de los miembros. Ante un contexto tan delicado y circunstancias tan complejas y cambiantes, lo peor, sin duda, no es precisamente este contexto o sus circunstancias, por difíciles que puedan ser, sino no tener claro una visión, un lugar a donde ir y unos valores con los que luchar y poder llegar a esa meta compartida.
En plena época de incertidumbre y cierto desconcierto, emergen siempre valores que, al menos, te hacen resistente para, en algún momento, despegar y comenzar a remontar situaciones. Cuando la tempestad aprieta y muestra toda su furia es tiempo de resistir y replantear la estrategia, de ajustar los propósitos y diseñar el trabajo que te llevará a alcanzar tus retos. Nada cansa ni agota más que carecer de un plan.

2 comentarios:

  1. "Cuando los problemas atenazan a los individuos" creo que cualquier proyecto se tambalea porque el yo se debilita enormemente; eso sin llegar al 'sálvese quien pueda' o 'que le den viento a esto'. Creo que el grupo fortalece si está "garantizada la individualidad". Dejemos para la poesía aquello de "tengo que morir para que otros vivan" o "tengo que matar mi yo".
    Sí, "integrar los proyectos personales en el proyecto de grupo" será fundamental para que tal proyecto sea reconocido por cada uno de los componentes del grupo y cada uno se reconozca en él. El eco, al menos, de cada una de las propuestas hará que el proyecto sea asumido por todos. De ahí surgirá el ímpetu y el afán de colaboración (me gusta más que interdependencia, que, al final, no deja de ser dependencia). Así, el grupo será espejo en el que mirarnos como personas únicas y, a la vez, la imagen que el grupo nos devuelva será motor de crecimiento personal: relación fluida e inmersión apetente y complacida de la persona en el grupo y en el proyecto.
    El éxito de las abejas, a más de en otros factores, puede radicar en que hay una reina; otra cosa es que tuvieran eso del liderazgo compartido. ¿El zángano disponiendo?
    Por cierto, creo que el liderazgo, como la bondad, la elegancia, la belleza, el ingenio, la gracia... se tiene o no se tiene. Sí, se puede "coachar" (perdón), pero lo carismático del líder (caudillo) no es adquirido: puedo ir al salón de belleza, al mejor sastre, pero al final, aunque la mona se vista de seda...
    Pero todo esto no son más lucubraciones abstrusas que no llevan a nada, o sí.
    Buen día. Un abrazo.

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  2. Gracias por tu comentario,Francisco. De acuerdo con tus argumentos sobre la individualidad en el grupo y la naturaleza del liderazgo. La diferencia entre un liderazgo buscado y otro otorgado guarda estrecha relación con parte de su naturaleza innata. Un abrazo.

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