“Los
genios no cometen errores. Sus errores son siempre volunarios y originan algún descubrimiento”
James
Joyce

La muerte de
Johan Cruyff solo deja huérfanos a sus hijos;
muchos han mostrado el respeto que su figura representa y merece, pero no todos los que proclaman y reclaman su paternidad pueden considerarse herederos del holandés. Quizá les falta
mucho de su talento, algo de su carisma, una parte de su atrevimiento y –tengo que
ser franco- todo ese
instinto que ninguna universidad del fútbol presta. De alguna
forma, las estrellas como Cruyff,
tienen tres tipos de brillo:
BRILLO DESLUMBRANTE: cuando de la
nada, de la oscuridad, emerge un fogonazo de luz que roba la mirada perdida, eclipsa
todo lo de alrededor y concita la atención de muchos. Es una luz que ciega y convoca
a un tiempo.
BRILLO LINEAL: cuando, devorado
por el primer impacto, suscita tanto
interés como para no perder detalle de su trayectoria. Es una luz que permite
detenerse y adentrarse en los matices.
BRILLO ESTELAR: cuando, desaparecido
el punto de luz del cielo, nos resistimos a perder esa huella luminosa que se
resiste a desaparecer del todo. Es la fuerza de su estela.
Hay
en Johan Cruyff, como clásico ya del fútbol capaz de transferir conocimiento a
otros sectores muy diversos, cuatro rasgos inequívocos
que provocaron su brillo y nos mantienen apegados a su imponente figura. Sí, cuatro
que no tiene demasiado mérito descubrir, pero que,
unidos e interconectados, conforman la esencia de un liderazgo exitoso:
Ø
INSTINTO. Innato. Se trata
de un don que la persona ha descubierto dentro sí. Lo reconoce y lo valora. En Cruyff
ha sido el fútbol el medio que canalizó el impulso de sus instintos.
Ø
TALENTO. La
consecuencia de trabajar tu don, el regalo que la naturaleza te entregó, pero
que solo la pasión por él y la voluntad, lo pulieron de tal forma que se
convierte en auténtico brillo. Trabajar el desarrollo personal desde lo
instintivo delata a los genios. Al flaco
parecía no costarle a lo que al común de
los mortales tanto cuesta, pero era innegable el trabajo.
Ø
ATREVIMIENTO. La osadía,
la desvergüenza de poner las cartas
sobre la mesa del juego sin temor a perder o ganar, solo por la pasión que te
produce contar con esas cartas. Resulta fundamental, en este sentido, ser
consciente de lo que sustenta y sostiene tu atrevimiento. Como otros genios,
Johan no cae sin red, aunque los demás no la veamos. Es parte del atrevimiento,
que lo separa de la imprudencia.
Ø
CARISMA. La capacidad
natural y hasta descuidada de impacto. Esa rara habilidad para concitar la
atención y al mismo tiempo provocar todo un movimiento en torno a sí y hacia
adelante. Se llama liderazgo; pongámosle el apellido que queramos ponerle,
inspiracional, adaptativo, transformacional…
