“No
debemos sentirnos dioses. No somos dioses y tenemos que correr. Cuando un
equipo está realmente bien todo pende de un hilo”
Pep
Guardiola, en
Herr Pep, de Martí Perarnau

Lanzado el balón a bote pronto, podría
decirse que Simeone convoca a los suyos como quien, sabiendo del
valor puntual de la estampida, provoca a
la manada; como quien reúne al grupo
tocando la fibra necesaria; o como quien reta
al equipo para la mayor de las hazañas. Y estableciendo esa sutil pero
necesaria diferencia entre uno y otros, lo llamaremos, desde esas bases socio-antropológicas de los agrupamientos “El modelo Simeone. Instinto, emoción y
cabeza”.
1.
Instinto. El entrenador
como quien
provoca a la MANADA. El equipo empieza a construirse desde la fuerza
del instinto que desarrolla toda manada, y todo individuo como parte de la
manada. La manada crece en el movimiento de contracción ante la amenaza
externa. Se contrae para ganar; lo motiva el temor, el miedo, pero mientras
otros consideran negativo este rígido movimiento defensivo, este, en realidad, se convierte en el soporte –ardid táctico- que permitirá transitar del instinto de protección,
de supervivencia, hasta cruzar esa frontera que separa el repliegue de la
estampida ordenada y efectiva.
2.
Emoción. El entrenador
como quien reúne
al GRUPO. Para ganar el vínculo indestructible de las emociones
tienes que rodearte
de individuos que amen suficientemente cuanto hacen y comparten. No es
imprescindible sentir los colores; pero se hace necesario sentir el latido del
juego y el lenguaje del balón. Cautiva, conmueve, agrupa en torno a una
experiencia de grupo que no hayan sentido jamás… hasta que dure; tú no
controlarás ya eso. Todos buscamos sentirnos bien; sentirnos parte; sentirnos
latido de un corazón palpitante. Efectivamente, quien tiene el latido de cada
uno, tiene el corazón del grupo. Construye un motivo para todos y haz para todos el motivo de
cada uno.
3.
Cabeza. El entrenador
como quien reta al equipo. El poder de la mente nos
enseña que quien resiste e insiste, gana.
Por eso hay equipos o jugadores que pueden ir ganando un partido y le aviene la
sensación de que acabarán perdiendo… Se trata de un juego interior que se libra
dentro de cada jugador y contribuye a algo tan intangible pero tan poderoso a
la vez como la mentalidad del equipo. Cooperación y compromiso para la exigencia,
la intensidad, la concentración… Todo aquello que te llevará a marcar la
diferencia, que no está en desarrollarlas, sino en el tiempo que tu equipo es
capaz de desarrollarlas. Cabeza; después físico y cabeza; y al final,
físico, cabeza y emoción.
