“La
gloria es ser feliz; no es ganar aquí o allí. La gloria es disfrutar
practicando, disfrutar cada día, disfrutar trabajando duro, intentando ser
mejor que antes”
Rafa
Nadal
Según los
expertos en neuro-lingüística las
personas somos el mensaje que nos
lanzamos, el mensaje que solemos repetirnos; ese mensaje que escuchamos también desde fuera e interiorizamos. La
propia repetición de estos mensajes que elaboramos a partir de la experiencia
es la que va generando y configurando el conjunto de creencias que tejemos en
nuestro itinerario vital.
De
la misma forma, estos expertos argumentan la
plasticidad que, particularmente, tiene el cerebro de la persona en las
primeras edades. De ahí la trascendencia de esas experiencias primigenias en
orden a la configuración de la personalidad y el carácter propio de cada
individuo. Queremos pensar que, en este sentido, la toma de conciencia de las
familias se ha visto enriquecida exponencialmente en los últimos años, en las
últimas décadas.
Y es en este
contexto en el que la práctica deportiva puede desempeñar un papel decisivo
para el niño. De todas, vamos a centrarnos en la dimensión emocional, en la que
ciframos cuatro posibles elementos de desarrollo que pueden potenciarse desde
el deporte base:
1. AUTOESTIMA/AUTOCONCEPTO.
Relacionado
con el desarrollo de la dimensión intrapersonal. A través del deporte, el niño
crece en autoestima y va generando concepto de sí mismo. (Sentirse capaz).
2. RELACIONAL. Relacionado
con la dimensión extrapersonal. Cuando el soporte de la práctica deportiva es
el equipo, el niño tiene la oportunidad de descubrir el valor del grupo, la
importancia de pertenecer, aportar y enriquecerse. (Sentirte parte).
3. FUNCIONAL.
Relacionado con los roles y la responsabilidad. Por medio del deporte, el niño
tiene la posibilidad de asumir objetivos de desarrollo y competencia personal
que, además, contribuyen a la consecución de objetivos colectivos. (Sentirte útil).
4. GESTIÓN de la FRUSTRACIÓN y el LOGRO. Relacionado
con las emociones limitantes y potenciadoras que el ser humano genera desde que
toma consciencia de sí mismo e interacciona con la realidad. El deporte puede
convertirse en un marco y un escenario propicio para conocerlas y aprender a
gestionarlas de forma equilibrada. (Sentirte
en acción).
De manera muy
generalizada, la práctica deportiva es
una actividad placentera para el niño, y como tal, se convierte en un espacio
natural de aprendizaje. Es posible que los adultos tengamos mucha
responsabilidad en su cuidado; en entenderla de este modo y no de otro que bien
pueda convertirla en algo muy distinto a ese privilegiado entorno de desarrollo
personal y colectivo.