“Tanto
si crees que puedes hacerlo, como si no,
en
los dos casos tienes razón”
Henry
Ford
Los
hombres del campo hablan de los beneficios de la lluvia fina y constante, de
cómo la tierra filtra el agua que necesita para que así las raíces absorban todo
lo necesario para seguir generando vida, una vida rebosante y fresca; por el
contrario, sufren de cuando en cuando los rigores de la tormenta, ese vendaval
inmisericorde que destruye todo lo que a su paso encuentra sin reparar en el
daño causado.
Algo así
sucede con la motivación en las organizaciones y equipos. Y es que parece ya
acostumbrada; la pobre viene haciendo horas extras cuando abril avanza y dobla
la esquina para ceder el testigo a mayo. Todos
recurren ahora a su halo mágico buscando ese plus que termine por acercar a los
objetivos marcados. La motivación se deja, pero es como el agua; que fina y
constante te hace crecer, brillar; y sin embargo, cuando suelta de repente toda
una carga inasumible de granizo y aparato eléctrico, te puede encharcar,
desmoronar y hasta asfixiar.
Un ir y venir
de videos motivacionales recorren los soportes tecnológicos de deportistas; también
de directivos y empleados de organizaciones de toda naturaleza. Se trata de provocar un esfuerzo adicional,
de mantener encendida la llama que siga proporcionando la luz que permite
alcanzar la meta que no acaba de llegar. Y todo vale, incluso aquello que
no hemos trabajado a lo largo de la temporada. Con esto no pretendo afirmar que
sean negativos este tipo de refuerzos o estímulos, pero sí considero que
poseen, descontextualizados y desprovistos de sentido, el mismo efecto que una
tormenta pudiera tener sobre la tierra desbordada ante la cantidad inasumible
de agua.
Por eso, como
entrenadores, coaches, directivos, líderes…, sería fundamental plantearse, en primer
lugar, y antes de proyectar un video o plantear una dinámica, algunas
cuestiones:
1. La finalidad de la actividad. Qué te
propones o qué quieres conseguir.
2. La idoneidad del momento. ¿Es ahora,
antes, después…? Calcula bien los tiempos para que no sea demasiado pronto o
demasiado tarde
3. La adecuación entre contenido y perfil de los destinatarios. ¿Lo
entenderá mi equipo; es lo que necesitan ver, escuchar? O es que me gusta a mí…
4. El efecto que podría provocar. Puesto que
conoces a tu grupo, estaría bien que pensaras en sus reacciones.
5. El tiempo que podría resultar efectiva. Sería muy
bueno que te plantearas el impacto inmediato y la huella o el rastro que
pudiera dejar
Trabajar la
motivación es preparar la tierra con paciencia, desde el principio; no
abandonar para volver a ella cuando me apetece o lo considero imprescindible.
Trabajar la motivación es un continuo, para que tengan sentido y alcancen todo
el significado aquellos pildorazos
que ahora afloran en primavera en forma de vídeo o dinámica de grupo/equipo. Si
no hemos trabajado emocional y mentalmente la motivación a lo largo de la
temporada puede suceder lo siguiente:
1. Provoca una reacción
emocional de alto impacto con posible efecto rebote si las expectativas se
tuercen.
2. Genera
ansiedad por la presión ejercida sobre el objetivo;
3. Sobre todo en
los niños, en el deporte base, podría provocar estrés emocional si el mensaje
solo va dirigido a determinados factores de rendimiento como la voluntad o la
intensidad.
Trabaja y
gestiona la motivación, resulta fundamental para ti, tu equipo y el entorno,
pero no olvides abordarla de un modo proporcionado y continuo, donde el centro
de gravedad se sitúe en la confianza de la persona y el grupo. Se puede cambiar alguna rutina para
provocar una reacción prevista, pero no romper el hábito de tener ese espacio
de entrenamiento mental/emocional que todos reconocen. Ser más fuerte es
también ser más consciente.